La violencia de género ya no siempre deja huellas visibles. En la era digital, el acoso, el chantaje emocional, la exposición no consentida y la presión constante también se ejercen desde las pantallas. Visibilizar esta realidad es el objetivo del proyecto europeo bE-SAFE, una iniciativa pionera en la que el nuestro Colegio Profesional ha tenido un papel destacado en España.
Datos que alarman, y no se pueden ignorar
Financiado por la Unión Europea a través del programa CERV, bE-SAFE ha llevado a cabo una amplia investigación en Croacia, Portugal y España. En nuestro país, el estudio ha incluido más de 220 entrevistas y grupos de discusión con adolescentes, docentes y fuerzas de seguridad en centros educativos de Madrid, Murcia y Asturias, así como talleres formativos en igual número.
Los datos son elocuentes y preocupantes:
- 3 de cada 4 chicas adolescentes han sufrido violencia digital de género
- Más del 60% de los compañeros que lo presencian no intervienen ni denuncian
Lejos de ser casos aislados entre parejas, el estudio identifica patrones grupales y estructurales: dinámicas de poder, silencio cómplice y normalización que se reproducen con más intensidad entre los más jóvenes, especialmente en la franja de 12 a 14 años. Muchos chicos callan por miedo a quedar excluidos o por simple indiferencia, lo que deja a las víctimas completamente solas.
Un cinefórum para pensar en comunidad
En el marco de las actividades de sensibilización del proyecto, el pasado 29 de mayo se celebró en Madrid el cinefórum “bE-SAFE y Adolescence”, un espacio de reflexión que reunió a estudiantes, docentes e investigadores. A través de escenas de la serie británica Adolescence, se abordaron temas clave como el control emocional, el chantaje, la presión sexual o la exposición pública en redes sociales.
El evento puso sobre la mesa que la violencia digital de género no es un problema individual, sino el reflejo de un sistema que socializa de forma desigual desde la familia, la escuela y las redes. También evidenció una creciente brecha ideológica entre chicos y chicas, alimentada por discursos polarizados y el contenido que consumen en internet.
Educar a todos, no solo proteger a algunas
Uno de los aprendizajes más significativos del proyecto ha sido que centrar los esfuerzos exclusivamente en las víctimas no basta. Es urgente intervenir también en el entorno, visibilizar al agresor y cuestionar las dinámicas que lo legitiman.
El rol de las familias resulta clave: padres y madres deben involucrarse no solo para proteger a sus hijas, sino para evitar que sus hijos se conviertan en agresores. El desconocimiento sobre el lenguaje digital o la baja participación en las actividades escolares agravan la situación. La prevención efectiva requiere una mirada integral, que eduque, acompañe y responsabilice.
Las redes amplifican la violencia
Aunque los comportamientos violentos no son nuevos, las plataformas digitales multiplican su impacto debido a características como la anonimidad, la deshumanización o la ubicuidad. Por eso la solución no es desconectarse, sino educar en pensamiento crítico, empatía y convivencia digital.
De la investigación a la acción
bE-SAFE no se queda en el diagnóstico. El proyecto ha desarrollado materiales pedagógicos, guías para docentes y campañas de sensibilización desde un enfoque participativo, creativo y transdisciplinar. Ciencia, cultura y comunidad se unen para llegar a donde los discursos institucionales muchas veces no alcanzan: al corazón de la adolescencia.
Desde nuestro Colegio Profesional, seguiremos trabajando para dar voz a la juventud y promover un enfoque preventivo, educativo y colectivo frente a las violencias digitales de género. Porque la solución no está en apagar la pantalla, sino en dejar de mirar hacia otro lado.